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La dinastia
La historia egipcia o el imperio egipcio nació probablemente de numerosas comunidades urbanas y de distritos campesinos que fueron adhiriéndose a ellas. Estos pequeños estados se unieron y progresivamente formaron dos reinos: el Alto Egipto y el Bajo Egipto. Éste estaba constituido por el territorio del Delta; el Alto Egipto, por las regiones meridionales hasta la primera catarata, cerca de la actual Asúan, inmediatamente al sur de la isla Elefantina. La frontera entre Egipto y Nubia -o Etioía como decían los griegos- parecía fijada para siempre en las cercanías de la primera catarata egipcia.
Los habitantes de la Nubia antigua eran hermanos de raza de los egipcios; es decir, hamitas.
El primer rey egipcio que unió bajo su cetro el Alto y Bajo Egipto sería Menes, originario del Alto Egipto. Ignoramos si Menes fue un personaje histórico o una figura legendaria, si se trata o no del llamado Narmer, ni si la capital, Menfis, conoció un esplendor inmediato. Actualmente, la ipinión más extendida sitúa a Menes hacia el año 3100 antes de Cristo; es decir, hace unos cinco mil años, en lo que se cree son algo así como los comienzos de la historia egipcia.
En la antiguedad, los reyes de Egipto, desde Menes hasta Alejandro Magno, se ordenaban en treinta dinastías (Alejandro conquistó Egipto en el año 332 antes de Cristo). Esta clasificación está basada en las listas de reyes dadas por los sacerdotes, que también comprenden los datos de las reinas. Las veintiséis dinastías registradas por los sacerdotes comprenden todo el príodo faraónico propiamente dicho hasta la conquista de Egipto por los persas en la batalla de Pelusio, en el año 525 antes de Cristo.
La historia de egipcia puede dividirse en diferentes períodos, separados unos de otros ya por una decandecia interior, ya por una dominación extranjera. Para los períodos más antiguos no es posible indicar fechas exactas.
Los habitantes de la Nubia antigua eran hermanos de raza de los egipcios; es decir, hamitas.
El primer rey egipcio que unió bajo su cetro el Alto y Bajo Egipto sería Menes, originario del Alto Egipto. Ignoramos si Menes fue un personaje histórico o una figura legendaria, si se trata o no del llamado Narmer, ni si la capital, Menfis, conoció un esplendor inmediato. Actualmente, la ipinión más extendida sitúa a Menes hacia el año 3100 antes de Cristo; es decir, hace unos cinco mil años, en lo que se cree son algo así como los comienzos de la historia egipcia.
En la antiguedad, los reyes de Egipto, desde Menes hasta Alejandro Magno, se ordenaban en treinta dinastías (Alejandro conquistó Egipto en el año 332 antes de Cristo). Esta clasificación está basada en las listas de reyes dadas por los sacerdotes, que también comprenden los datos de las reinas. Las veintiséis dinastías registradas por los sacerdotes comprenden todo el príodo faraónico propiamente dicho hasta la conquista de Egipto por los persas en la batalla de Pelusio, en el año 525 antes de Cristo.
La historia de egipcia puede dividirse en diferentes períodos, separados unos de otros ya por una decandecia interior, ya por una dominación extranjera. Para los períodos más antiguos no es posible indicar fechas exactas.
El tribunal de las almas
"El tribunal de las almas"
El muerto debía comparecer ante el tribunal del dios Osiris para conocer lo que sería su vida futura. Esta divinidad administraba justicia en una gran sala, rodeada de cuarenta y dos demonios, uno por cada distrito en que estaba dividido el antiguo Egipto, y el difunto debía declararse inocente de una pecado ante cada uno de ellos. Estos cuarenta y dos pecados pueden ser resumidos en las siguientes categorías: blasfemia, perjurio, asesinato, lujuria, robo, mentira, calumnia y falso testimonio. Y para alcanzar la bienaventuranza, el muerto debía demostrar que había dado de comer a los hambrientos, de beber a los sedients, vestido a los desnudos y facilitado la travesía del río a quienes carecían de embarcación.
Los condenados por el tribunal de Osiris eran precipitados al fuego o al agua hirviendo o arrojados a un monstruo, mezcla de cocodrilo, león e hipopótamo, para ser despedazados.
El muerto debía comparecer ante el tribunal del dios Osiris para conocer lo que sería su vida futura. Esta divinidad administraba justicia en una gran sala, rodeada de cuarenta y dos demonios, uno por cada distrito en que estaba dividido el antiguo Egipto, y el difunto debía declararse inocente de una pecado ante cada uno de ellos. Estos cuarenta y dos pecados pueden ser resumidos en las siguientes categorías: blasfemia, perjurio, asesinato, lujuria, robo, mentira, calumnia y falso testimonio. Y para alcanzar la bienaventuranza, el muerto debía demostrar que había dado de comer a los hambrientos, de beber a los sedients, vestido a los desnudos y facilitado la travesía del río a quienes carecían de embarcación.
Los condenados por el tribunal de Osiris eran precipitados al fuego o al agua hirviendo o arrojados a un monstruo, mezcla de cocodrilo, león e hipopótamo, para ser despedazados.
El libro de los muertos
Se conoce como "Libro de los Muertos" una colección de sortilegios que se incluían en las tumbas del Reino Nuevo, y pretendían ayudar al difunto en su difícil camino al Más Allá y en el juicio de Osiris. Su título original podría traducirse como "La salida al día". La muerte no era mas que un renacimiento, al igual que el sol sale cada día, asi el difunto accedía a un nuevo renacer.
Su origen se encuentra en "Los Textos de las pirámides" del Reino Antiguo. Estos derivaron en "Los textos de los sarcófagos" durante el Reino Medio. El papiro con las fórmulas adecuadas para ayudar al alma del difunto se depositaba junto a la momia, en la tumba. También se escribían pasajes del libro en los ushebtis. Pero el libro no sólo comprende fórmulas para superar el juicio de Osiris, sino también pasajes para que el difunto reconozca a los dioses que le serán favorables o para que pueda orientarse en su viaje por "las 12 Regiones de la Duat". Eran los sacerdotes-lectores los encargados de leer ciertos pasajes de el Libro vueltos hacia la momia.
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El "Libro de los Muertos"
Los difuntos que pasaban con éxito la prueba del tribunal de Osiris tenían derecho a la vida eterna. Estaban, sin embargo, amenazados por ciertos peligros, de los que tenían que defenderse con fórmulas mágicas. Para ayudar a los muertos se escribían ciertas fórmulas sobre el sarcófago y en las paredes de las tumas. Con el tiempo, éstas fueron recopiladas en el célebre Libro de los Muertos, escrito en un rollo de papiros que se colocaba en la tumba, al lado del difunto. Así, cuando éste se encontraba con los demonios en forma de serpientes, cocodrilos gigantes o de dragones que arrojaban fuego, sabía qué recitar para ahuyentarlos, y cuando llegaba ante una puerta que tenía que abrir o un río que debía atravesar, a sus alcance estaba la fórmula mágica para lograrlo.
He aquí, como ejemplo, la fórmula contra los cocodrilos: "¡Largo de aquí; vete cocodrilo maldito! No te acercarás a mí, porque estoy protegido con palabras mágicas nacidas de la fuerza que vive en mí". El muerto atemorizaba aún más al cocodrilo diciéndole: "Mis dientes muerden como cuchillos de piedra y desgarran como los del dios chacal, y tú, que estás ahí hechizado, con los ojos fascinados por mis encantamientos, tú no llegarás a arrebatarme mi poder mágico, tú, cocodrilo, tú que también vives por el poder de la magia".(extractos de El Libro de Los Muertos).
Su origen se encuentra en "Los Textos de las pirámides" del Reino Antiguo. Estos derivaron en "Los textos de los sarcófagos" durante el Reino Medio. El papiro con las fórmulas adecuadas para ayudar al alma del difunto se depositaba junto a la momia, en la tumba. También se escribían pasajes del libro en los ushebtis. Pero el libro no sólo comprende fórmulas para superar el juicio de Osiris, sino también pasajes para que el difunto reconozca a los dioses que le serán favorables o para que pueda orientarse en su viaje por "las 12 Regiones de la Duat". Eran los sacerdotes-lectores los encargados de leer ciertos pasajes de el Libro vueltos hacia la momia.
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El "Libro de los Muertos"
Los difuntos que pasaban con éxito la prueba del tribunal de Osiris tenían derecho a la vida eterna. Estaban, sin embargo, amenazados por ciertos peligros, de los que tenían que defenderse con fórmulas mágicas. Para ayudar a los muertos se escribían ciertas fórmulas sobre el sarcófago y en las paredes de las tumas. Con el tiempo, éstas fueron recopiladas en el célebre Libro de los Muertos, escrito en un rollo de papiros que se colocaba en la tumba, al lado del difunto. Así, cuando éste se encontraba con los demonios en forma de serpientes, cocodrilos gigantes o de dragones que arrojaban fuego, sabía qué recitar para ahuyentarlos, y cuando llegaba ante una puerta que tenía que abrir o un río que debía atravesar, a sus alcance estaba la fórmula mágica para lograrlo.
He aquí, como ejemplo, la fórmula contra los cocodrilos: "¡Largo de aquí; vete cocodrilo maldito! No te acercarás a mí, porque estoy protegido con palabras mágicas nacidas de la fuerza que vive en mí". El muerto atemorizaba aún más al cocodrilo diciéndole: "Mis dientes muerden como cuchillos de piedra y desgarran como los del dios chacal, y tú, que estás ahí hechizado, con los ojos fascinados por mis encantamientos, tú no llegarás a arrebatarme mi poder mágico, tú, cocodrilo, tú que también vives por el poder de la magia".(extractos de El Libro de Los Muertos).
Origen del pueblo egipcio
Orígenes del pueblo egipcio
Los orígenes de la antigua civilización egipcia, que muchos consideran como una de las fuentes de la cultura occidental, no se pueden establecer con certeza. Los testimonios arqueológicos sugieren que los primitivos habitantes del valle del Nilo estuvieron bajo la influencia de las culturas del Próximo Oriente, pero el grado de esta influencia está por determinar.
Tanto la descripción del desarrollo de la civilización egipcia, como los intentos de identificar sus fundamentos intelectuales, son en gran parte una serie de conjeturas basadas en los descubrimientos arqueológicos de los restos de ruinas, tumbas y monumentos, la mayoría de los cuales contienen muestras muy valiosas de la cultura antigua. Las inscripciones en jeroglíficos, por ejemplo, han proporcionado datos de extrema importancia.
La base para el estudio del periodo dinástico de la historia egipcia, entre la primera dinastía y el periodo de los tolomeos, reside en el Aegyptiaca de Manetón, un sacerdote tolemaico del siglo III a.C., que organizó una lista de reyes dividida en 30 dinastías.
Dioses Egipcios .Más y menos importantes
Los egipcios tenían centenares de dioses, algunos de los cuales
eran venerados en determinadas ciudades o regiones, mientras que otros lo eran
más dilatadamente. Algunos dioses adoptaban la forma de criaturas tales como
vacas, toros, leonas, monos o cocodrilos; otros de fuerzas cósmicas, como el
Sol y la Luna, las estrellas y el cielo. La razón de que existiera esa cantidad
de dioses, y las conflictivas y, por lo general, contradictorias creencias mantenidas
en torno a ellos, hay que buscarla en el pasado de Egipto. Para unificar el
país, la religión del Estado hubo de absorber numerosos cultos locales, muchos
de ellos nacidos, tal vez, en la adoración de primitivos tótems u objetos sagrados.
Algunos de esos cultos se combinaron entre sí, otros siguieron siendo como siempre
habían sido, e incluso los intentos posteriores de formar "familias" de dioses
no prosperaron ni siquiera en la simplificación del panteón. Hubo, sin embargo, una tendencia a unificar en un solo dios las
funciones de diferentes divinidades locales, y ciertos dioses, patrocinados
por los faraones y venerados en las mayores ciudades y en los templos más espléndidos,
alcanzaron el carácter de dioses nacionales. Tales fueron Horus, el dios personal
del rey; Ptah, el dios de Menfis; Ra, el dios-sol de Heliópolis; Hathor, la
vaca diosa, patrona especial de las mujeres, y Amun (o Amon-Ra), quien en el
Nuevo Reino se convirtió en el más importante y poderoso de todos los dioses
de Egipto.
Egipto: El Nilo
Catai
Tours - Desde el Cairo, una ciudad bulliciosa y vibrante, con sus
legendarias pirámides de Giza, Keops y Micerinos y la famosa esfinge
con cuerpo de león y rostro del faraón Kefrén, el Nilo desciende a
la historia antigua de los templos faraónicos de las riberas del
Nilo. Dos enclaves imprescindibles son Asuán, con su conocida presa
y su paisaje de falúas, y Luxor, con sus famosos templos y lugar de
acceso al Valle del Reyes. Además, el siempre impresionante templo
de Abu Simbel y el mundo marino de la costa del mar Rojo en Sharm el
Sheik y Hurghada.
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